A mí esta historia me ha gustado mucho, porque nos cuenta la vida de Miguel Hernández, desde que era pequeño.
Aquí podéis observar el resumen:
Textos: José A. Perozo Ruiz.
Ilustraciones: Viki Berre Rivadulla
Versos: Herederos de Miguel Hernández
Resumen: Trata sobre un niño llamado Miguel, que vivía en un pueblo llamado Orihuela (Alicante). Vivía con su familia: Hernández Gilabert.
A Miguel de pequeño, le gustaba correr por las calles, contemplar las torres de las iglesias y le fascinaba escuchar el sonido de las campanas.
Un día Miguel se sentó en un árbol. El viento pasó rozándolo y le dijo:
- Sueña, Miguel, sueña las palabras.
Y Miguel le respondió:
Me llamo barro aunque Miguel me llamen- Dijo el niño.
Miguel, vivía muy pegado a la tierra. Él fue al colegio poco tiempo, hasta que aprendió a leer, escribir y a descubrir los misterios que tenían los números. Era muy buen estudiante pero prefirió ser pastor.
Miguel llevaba un cuaderno para escribir sus recuerdos.
Un día Miguel se sentó en un árbol. El viento pasó rozándolo y le dijo:
- Sueña, Miguel, sueña las palabras.
Y Miguel le respondió:
Me llamo barro aunque Miguel me llamen- Dijo el niño.
Miguel, vivía muy pegado a la tierra. Él fue al colegio poco tiempo, hasta que aprendió a leer, escribir y a descubrir los misterios que tenían los números. Era muy buen estudiante pero prefirió ser pastor.
Miguel llevaba un cuaderno para escribir sus recuerdos.
Miguel cuando llegó a mozo, se reunía con otros escritores de las tierras levantinas, hablaban de amor y poesía.
Miguel decidió dejar a su pueblo y buscar la gloria.
El muchacho llorando volvió la vista hacia su lejana casa, dos lagrimas suyas quedaron rodando por los caminos de polvo seco.
Miguel nunca tuvo zapatos, ni trajes, ni juguetes... Se vistió de pobreza e inteligencia, el no le daba importancia a esas cosas.
Miguel iba caminando y se encontró a un afilador y le dijo:
-¿Amigo, cuál es tu oficio?
-Afilo aristas de luna y sol, sobre una piedra expele estrellas y soplo siringa, como tú, pastor- le respondió el anciano.
Y los dos se fueron caminando juntos.
Mientras que iban caminado Miguel y el Afilador, se encontraron a un niño y le dijo Miguel:
-¿Quién eres muchacho ?
-Soy un yuntero- respondió el niño.
El niño, con unos campesinos, que se encontró por allí, se unió Miguel y el afilador.
Y caminaron todos juntos.
Más allá, otros poetas famosos salieron al paso de Miguel Hernández. Unidos al grupo danzaron alrededor de las aspas del molino una canción.
La canción dice así:
Este molino donde
árabe molía
parece un recuerdo
de la sangre mía,
dorado en la noche,
dorado en el día.
También
el molinero con la
molinera, y los hijos e
hijas del molinero y
la molinera,
siguieron al pastor
poeta.
Después de la canción volvieron a caminar todos juntos.
Caminando, el rebaño de poemas de Miguel se transmutó en libros hermosos.
Jornaleros, campesinas, hortelanos, pastores... bebieron y vivieron los sueños y pesares del poeta pastor.
Un día de feria, entre casetas de turrón, música, bailes de alegría conoció a Josefina. Cuando se vieron el amor se cruzó por sus caminos. Josefina vivía en las tierras de Jaén. De lo enamorados que estaban se subieron a la barca del amor, en el horizonte aullaban los lobos del teatro en la guerra.
Josefina y Miguel soñaron días felices. Al paso del tiempo tuvieron dos hijos, al primero enseguida se lo llevó el frío de la noche.
El hombre gris que acechaba, pisoteó la libertad y encerró los sueños en cárceles oscuras.
El pastor poeta, el poeta hombre, el luchador inocente... Abrió los brazos y lo vimos convertirse en un ruiseñor volando caminos de su tierra.
.
Miguel no quiso ser ave que huye. En su nobleza prefería que lo comieran los lobos, antes de renunciar a sus sueños.
Pero fue el águila del hombre gris quien cortó el paso al ruiseñor. Miguel cayó tras los barrotes injustos de una jaula.
Un día de marzo, la jaula donde estaba metido Miguel se abrió para siempre y los versos de Miguel volaron con el ruiseñor hasta la eternidad. Los campos escuchaban aquella voz como un himno de eterna esperanza:
Andaluces de Jaén
aceituneros altivos
decidme en el alma: ¿quién
quién. levantó los olivos?
jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Fin
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